CAPÍTULO 1

El rey Benjamín enseña a sus hijos el idioma y las profecías de sus padres—Se habían preservado su religión y su civilización por motivo de los anales que estaban grabados en las diversas planchas—Mosíah es nombrado rey y se le encomiendan los anales y otras cosas. Aproximadamente 130—124 a.C.

1 Y entonces no hubo más contiendas en toda la atierra de Zarahemla, entre todo el pueblo que pertenecía al rey Benjamín, de modo que el rey Benjamín gozó de una paz continua todo el resto de sus días.

2 Y aconteció que tenía tres hijos; y les puso por nombre Mosíah, Helorum y Helamán. E hizo que fueran ainstruidos en todo el bidioma de sus padres, a fin de que así llegaran a ser hombres de entendimiento; y que supiesen concerniente a las profecías que habían sido declaradas por boca de sus padres, las cuales les fueron entregadas por la mano del Señor.

3 Y también los instruyó con respecto a los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, diciendo: Hijos míos, quisiera que recordaseis que si no fuera por estas aplanchas, que contienen estos anales y estos mandamientos, habríamos padecido en la bignorancia, aun ahora mismo, no conociendo los misterios de Dios;

4 porque no habría sido posible que nuestro padre Lehi hubiese recordado todas estas cosas para haberlas enseñado a sus hijos, de no haber sido por la ayuda de estas planchas; porque habiendo sido instruido en el aidioma de los egipcios, él pudo leer estos grabados y enseñarlos a sus hijos, para que así éstos los enseñaran a sus hijos, y de este modo cumplieran los mandamientos de Dios, aun hasta el tiempo actual.

5 Os digo, hijos míos, que si no fuera por estas cosas, las cuales se han guardado y apreservado por la mano de Dios para que nosotros pudiéramos bleer y entender acerca de sus cmisterios, y siempre tener sus mandamientos ante nuestros ojos, aun nuestros padres habrían degenerado en la incredulidad, y habríamos sido como nuestros hermanos, los lamanitas, que nada saben de estas cosas, y ni siquiera las creen cuando se las enseñan, a causa de las dtradiciones de sus padres, las cuales no son correctas.

6 ¡Oh hijos míos, quisiera que recordaseis que estas palabras son verdaderas, y también que estos anales son averdaderos! Y he aquí, también las planchas de Nefi, que contienen los anales y las palabras de nuestros padres desde el tiempo en que salieron de Jerusalén hasta ahora, son verdaderas; y podemos saber de su certeza porque las tenemos ante nuestros ojos.

7 Y ahora bien, hijos míos, quisiera que os acordaseis de aescudriñarlas diligentemente, para que en esto os beneficiéis; y quisiera que bguardaseis los mandamientos de Dios para que cprosperéis en la tierra, de acuerdo con las dpromesas que el Señor hizo a nuestros padres.

8 Y muchas cosas más enseñó el rey Benjamín a sus hijos, que no están escritas en este libro.

9 Y aconteció que después que el rey Benjamín hubo acabado de enseñar a sus hijos, envejeció, y vio que muy pronto debía ir por el camino de toda la tierra; por tanto, le pareció oportuno conferir el reino a uno de sus hijos.

10 De modo que mandó traer a Mosíah a su presencia; y éstas son las palabras que le habló, diciendo: Hijo mío, quisiera que hicieses una proclamación por toda esta tierra, entre toda esta gente, o sea, el apueblo de Zarahemla y el pueblo de Mosíah que viven en la tierra, para que por este medio se reúnan; porque mañana proclamaré a este mi pueblo por mi propia boca, que tú eres brey y gobernante de este pueblo que el Señor Dios nos ha dado.

11 Y además, daré a los de este pueblo un anombre, para que de ese modo se destaquen sobre todos los pueblos que el Señor Dios ha traído de la tierra de Jerusalén; y lo hago porque han sido diligentes en guardar los mandamientos del Señor.

12 Y les daré un nombre que jamás será borrado, sino por causa de atransgresión.

13 Sí, y te digo además, que si este pueblo altamente favorecido del Señor cae en atransgresión, y se convierte en una gente perversa y adúltera, el Señor los abandonará, para que así lleguen a ser bdébiles como su hermanos; y no los cpreservará más por su incomparable y milagroso poder, como hasta aquí ha preservado a nuestros padres.

14 Porque te digo que si no hubiese extendido su brazo para la preservación de nuestros padres, éstos habrían caído en manos de los lamanitas, y habrían sido víctimas de su odio.

15 Y sucedió que después que el rey Benjamín hubo acabado de hablar estas palabras a su hijo, le encargó todos los asuntos del reino.

16 Y además, le encargó los anales que estaban grabados sobre las aplanchas de bronce; y también las planchas de Nefi; y también la bespada de Labán y la cesfera o director que condujo a nuestros padres por el desierto, la cual la mano del Señor preparó para que por ese medio fuesen dirigidos, cada cual según la atención y diligencia que a él le daban.

17 Por tanto, dado que no fueron fieles, no prosperaron ni progresaron en su viaje, sino que fueron aimpelidos hacia atrás e incurrieron en el desagrado de Dios; y por tanto, fueron heridos con hambre y severas aflicciones para hacerles recordar sus deberes.

18 Y aconteció, pues, que Mosíah fue e hizo lo que su padre le había mandado, y proclamó a toda la gente que se hallaba en la tierra de Zarahemla, para que así se reuniera, a fin de subir hasta el templo para oír las palabras que su padre les hablaría.


CAPÍTULO 2

El rey Benjamín habla a los de su pueblo—Refiere la equidad, justicia y espiritualidad de su reino—Les aconseja servir a su Rey Celestial—Los que se rebelen contra Dios padecerán una angustia semejante a un fuego inextinguible. Aproximadamente 124 a.C.

1 Y sucedió que después que Mosíah hubo hecho lo que su padre le había mandado, y hubo proclamado por toda la atierra, el pueblo se congregó de todas partes, a fin de subir hasta el templo para oír las palabras que el rey Benjamín les iba a hablar.

2 Y hubo un número muy crecido, sí, tantos así que no los contaron; porque se habían multiplicado extremadamente, y se habían hecho grandes en el país.

3 Y también llevaron de las aprimicias de sus rebaños, para que ofrecieran bsacrificios y cholocaustos dsegún la ley de Moisés;

4 y también para que dieran gracias al Señor su Dios, que los había sacado de la tierra de Jerusalén, y los había librado de las manos de sus enemigos, y les había adesignado hombres justos como bmaestros, y también a un hombre justo para ser su rey, el cual había establecido la paz en la ctierra de Zarahemla, y les había enseñado a dguardar los mandamientos de Dios, a fin de que se regocijaran y estuvieran llenos de eamor para con Dios y todos los hombres.

5 Y aconteció que cuando llegaron al templo, plantaron sus tiendas en los alrededores, cada hombre según su afamilia, que se componía de su esposa, y sus hijos y sus hijas, y los hijos e hijas de éstos, desde el mayor hasta el menor, cada familia separada la una de la otra.

6 Y plantaron sus tiendas alrededor del templo, cada hombre con la puerta de su atienda dando hacia el templo, para que así se quedaran en sus tiendas y oyeran las palabras que el rey Benjamín les iba a hablar;

7 porque tan grande era la multitud, que el rey Benjamín no podía enseñarles a todos dentro de los muros del templo; de modo que hizo construir una torre, para que por ese medio su pueblo oyera las palabras que él les iba a hablar.

8 Y aconteció que empezó a hablar a su pueblo desde la torre; y no todos podían oír sus palabras, a causa de lo inmenso de la multitud; por tanto, mandó que las palabras que él hablase fuesen escritas y enviadas a aquellos que se hallaban fuera del alcance de su voz, para que también éstos recibiesen sus palabras.

9 Y éstas son las palabras que él ahabló e hizo escribir: Hermanos míos, todos los que os habéis congregado, vosotros que podéis oír las palabras que os declararé hoy; porque no os he mandado subir hasta aquí para btratar livianamente las palabras que os hable, sino para que me cescuchéis, y abráis vuestros oídos para que podáis oír, y vuestros dcorazones para que podáis entender, y vuestras ementes para que los fmisterios de Dios sean desplegados a vuestra vista.

10 No os he mandado subir hasta aquí para que me atemáis, ni para que penséis que yo de mí mismo sea más que un ser mortal.

11 Sino que soy como vosotros, sujeto a toda clase de enfermedades de cuerpo y mente; sin embargo, he sido elegido por este pueblo, y ungido por mi padre, y la mano del Señor permitió que yo fuese gobernante y rey de este pueblo; y su incomparable poder me ha guardado y preservado, para serviros con todo el poder, mente y fuerza que el Señor me ha concedido.

12 Os digo que así se me ha permitido emplear mis días en vuestro servicio, aun hasta el día de hoy; y no he procurado de vosotros aoro, ni plata, ni ninguna otra clase de riquezas;

13 ni he permitido que se os encierre en calabozos, ni que os esclavicéis los unos a los otros, ni que asesinéis, ni depredéis, ni robéis, ni cometáis adulterio; ni tampoco he permitido que cometáis iniquidad en forma alguna, y os he enseñado que debéis guardar los mandamientos del Señor, en todas las cosas que él os ha mandado,

14 y aun yo mismo he atrabajado con mis propias manos a fin de poder serviros, y que no fueseis abrumados con tributos, ni que cayera sobre vosotros cosa alguna que fuese pesada de llevar; y de todas estas cosas que he hablado, vosotros mismos sois testigos este día.

15 Con todo, hermanos míos, no he hecho estas cosas para vanagloriarme, ni las digo para acusaros por ese medio, sino que hablo estas cosas para que sepáis que hoy puedo responder ante Dios con la aconciencia limpia.

16 He aquí, os digo que por haberos dicho que había empleado mi vida en vuestro servicio, no deseo yo jactarme, pues sólo he estado al servicio de Dios.

17 Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis asabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al bservicio de vuestros csemejantes, sólo estáis al servicio de vuestro Dios.

18 He aquí, me habéis llamado vuestro rey; y si yo, a quien llamáis vuestro rey, trabajo para aserviros, ¿no debéis trabajar vosotros para serviros unos a otros?

19 Y he aquí también, si yo, a quien llamáis vuestro rey, quien ha pasado sus días a vuestro servicio, y sin embargo, ha estado al servicio de Dios, merezco algún agradecimiento de vosotros, ¡oh, cómo debíais dar agracias a vuestro Rey Celestial!

20 Os digo, mis hermanos, que si diereis todas las gracias y aalabanza que vuestra alma entera es capaz de poseer, a ese bDios que os ha creado, y os ha guardado y preservado, y ha hecho que os regocijéis, y os ha concedido que viváis en paz unos con otros,

21 os digo que si sirvieseis a aquel que os ha creado desde el principio, y os está preservando día tras día, dándoos aliento para que podáis vivir, moveros y obrar según vuestra apropia voluntad, y aun sustentándoos momento tras momento, digo que si lo sirvieseis con toda vuestra alma, todavía seríais servidores binútiles.

22 Y he aquí, todo cuanto él os requiere es que guardéis sus mandamientos; y os ha prometido que si aguardáis sus bmandamientos, prosperaréis en la tierra; y él nunca cvaría de lo que ha dicho; por tanto, si dguardáis sus mandamientos, él os bendice y os hace prosperar.

23 Y ahora bien, en primer lugar, él os ha creado y os ha concedido vuestras vidas, por lo que le sois deudores.

24 Y en segundo lugar, él requiere que hagáis lo que os ha mandado; y si lo hacéis, él os abendice inmediatamente; y por tanto, os ha pagado. Y aún le sois deudores; y lo sois y lo seréis para siempre jamás; así pues, ¿de qué tenéis que jactaros?

25 Y ahora pregunto: ¿Podéis decir algo de vosotros mismos? Os respondo: No. No podéis decir que sois aun como el polvo de la tierra; sin embargo, fuisteis acreados del bpolvo de la tierra; mas he aquí, éste pertenece a quien os creó.

26 Y ni yo, sí, yo, a quien llamáis vuestro rey, soy mejor de lo que sois vosotros, porque soy del polvo también. Y veis que he envejecido, y que estoy para entregar esta forma mortal a su madre tierra.

27 Por tanto, como os dije que os había servido, aandando con la conciencia limpia delante de Dios, así en esta ocasión os he hecho congregar, a fin de que se me halle sin culpa, y vuestra bsangre no sea sobre mí cuando comparezca para que Dios me juzgue por las cosas que me ha mandado concerniente a vosotros.

28 Os digo que os he hecho congregar para que pueda alimpiar mis vestidos de vuestra sangre, en este período de tiempo en que estoy a punto de descender a mi sepultura, para descender en paz, y mi bespíritu inmortal se una a los ccoros celestes, para cantar alabanzas a un Dios justo.

29 Y además, os digo que os he hecho congregar a fin de declararos que ya no puedo ser vuestro maestro ni vuestro rey;

30 porque aun ahora mismo mi cuerpo entero tiembla en extremo, mientras me esfuerzo en hablaros; mas el Señor Dios me sostiene y me ha permitido que os hable; y me ha mandado que os declare hoy que mi hijo Mosíah es rey y gobernante vuestro.

31 Y ahora bien, hermanos míos, quisiera que obraseis como lo habéis hecho hasta ahora. Así como habéis guardado mis mandamientos y también los de mi padre, y habéis prosperado, y se os ha librado de caer en manos de vuestros enemigos, de igual manera, si guardáis los mandamientos de mi hijo, o sea, los mandamientos de Dios que él os comunicará, prosperaréis en la tierra, y vuestros enemigos no tendrán poder sobre vosotros.

32 Mas cuidaos, ¡oh pueblo mío!, no sea que surjan acontenciones entre vosotros, y optéis por obedecer al espíritu malo, del cual habló mi padre Mosíah.

33 Porque he aquí, se ha decretado un ¡ay! para aquel que quiera obedecer ese espíritu; pues si opta por obedecerlo, y permanece y muere en sus pecados, bebe acondenación para su propia alma; porque recibe como salario un castigo beterno, por haber violado la ley de Dios contra su propio conocimiento.

34 Os digo que no hay ninguno de entre vosotros, salvo vuestros niños pequeños que no han sido instruidos en cuanto a estas cosas, que no sepa que estáis eternamente en deuda con vuestro Padre Celestial de entregarle todo lo que tenéis y sois; y además que no haya sido instruido concerniente a los anales que contienen las profecías que han sido declaradas por los santos profetas, aun hasta la época en que nuestro padre Lehi salió de Jerusalén;

35 y además, todo aquello que nuestros padres han declarado hasta ahora. Y he aquí también, hablaron aquello que el Señor les mandó; por tanto, son justos y verdaderos.

36 Y ahora bien, os digo, hermanos míos, que después de haber sabido y de haber sido instruidos en todas estas cosas, si transgredís y obráis contra lo que se ha hablado, de modo que os separáis del Espíritu del Señor, para que no tenga cabida en vosotros para guiaros por las sendas de la sabiduría, a fin de que seáis bendecidos, prosperados y preservados,

37 os digo que el hombre que esto hace, ése se declara en arebelión manifiesta contra Dios; por tanto, prefiere obedecer al mal espíritu y se convierte en enemigo de toda rectitud; por tanto, el Señor no tiene lugar en él, porque no habita en templos bimpuros.

38 De manera que si ese hombre no se aarrepiente, y permanece y muere enemigo de Dios, las demandas de la divina bjusticia despiertan en su alma inmortal un vivo sentimiento de su propia cculpa que lo hace retroceder de la presencia del Señor, y le llena el pecho de culpa, dolor y angustia, que es como un fuego inextinguible, cuya llama asciende para siempre jamás.

39 Y ahora os digo que la amisericordia no puede reclamar a ese hombre; por tanto, su destino final es padecer un tormento sin fin.

40 ¡Oh todos vosotros, ancianos, y también vosotros, jóvenes, y vosotros, niños, que podéis entender mis palabras—porque os he hablado claramente para que podáis entender—, os ruego que despertéis el arecuerdo de la terrible situación de aquellos que han caído en transgresión!

41 Y además, quisiera que consideraseis el bendito y afeliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bbendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan cfieles hasta el fin, son recibidos en el dcielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad. ¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!, porque el Señor Dios lo ha declarado.


CAPÍTULO 3

El rey Benjamín continúa su discurso—El Señor Omnipotente ministrará entre los hombres en un tabernáculo de barro—La sangre le brotará de cada poro al expiar los pecados del mundo—Su nombre es el único mediante el cual llega la salvación—Los seres humanos pueden despojarse del hombre natural y hacerse santos por medio de la Expiación—El tormento de los inicuos será como un lago de fuego y azufre. Aproximadamente 124 a.C.

1 Y otra vez quisiera llamaros la atención, hermanos míos, porque tengo algo más que declararos; pues he aquí, tengo cosas que deciros sobre lo que está por venir.

2 Y las cosas que os diré me han sido reveladas por un aángel de Dios. Y me dijo: Despierta; y desperté; y he aquí que él estaba ante mí.

3 Y me dijo: Despierta y oye las palabras que te voy a decir; pues he aquí, vengo a declararte aalegres nuevas de gran gozo.

4 Porque el Señor ha oído tus oraciones, y ha juzgado en cuanto a tu rectitud y me ha enviado para declarártelas, a fin de que te regocijes; y para que las declares a los de tu pueblo, a fin de que ellos también se llenen de gozo.

5 Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy distante, en que con poder, el aSeñor Omnipotente que reina, que era y que es de eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y morará en un btabernáculo de barro, e irá entre los hombres efectuando grandes cmilagros, tales como sanar a los enfermos, resucitar a los muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades.

6 Y echará fuera los ademonios, o los malos espíritus que moran en el corazón de los hijos de los hombres.

7 Y he aquí, sufrirá atentaciones, y dolor en el cuerpo, bhambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede csufrir sin morir; pues he aquí, la dsangre le brotará de cada poro, tan grande será su eangustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo.

8 Y se llamará aJesucristo, el bHijo de Dios, el cPadre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su dmadre se llamará eMaría.

9 Y he aquí, él viene a los suyos, para que la asalvación llegue a los hijos de los hombres, mediante la bfe en su nombre; y aun después de todo esto, lo considerarán como hombre, y dirán que está cendemoniado, y lo dazotarán, y lo ecrucificarán.

10 Y al atercer día bresucitará de entre los muertos; y he aquí, se presenta para cjuzgar al mundo; y he aquí, todas estas cosas se hacen para que descienda un justo juicio sobre los hijos de los hombres.

11 Pues he aquí, y también su asangre bexpía los pecados de aquellos que han ccaído por la transgresión de Adán, que han muerto sin saber la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por dignorancia.

12 ¡Mas ay, ay de aquel que sabe que se está arebelando contra Dios! Porque a ninguno de éstos viene la salvación, sino por medio del arrepentimiento y la fe en el bSeñor Jesucristo.

13 Y el Señor Dios ha enviado a sus santos profetas entre todos los hijos de los hombres, para declarar estas cosas a toda familia, nación y lengua, para que así, quienes creyesen que Cristo habría de venir, esos mismos recibiesen la aremisión de sus pecados y se regocijasen con un gozo sumamente grande, baun como si él ya hubiese venido entre ellos.

14 Con todo, el Señor Dios vio que su pueblo era gente de dura cerviz, y les designó una ley, sí, la aley de Moisés.

15 Y les mostró muchas señales, y maravillas, y asímbolos, y figuras, concernientes a su venida; y también les hablaron santos profetas referente a su venida; y sin embargo, endurecieron sus corazones, y no comprendieron que la bley de Moisés nada logra salvo que sea por la expiación de su sangre.

16 Y aun si fuese posible que los aniños pequeños pecasen, no podrían salvarse; mas te digo que son bbenditos; pues he aquí, así como en Adán, o por naturaleza, ellos caen, así también la sangre de Cristo expía sus pecados.

17 Y además, te digo que ano se dará otro nombre, ni otra senda ni medio, por el cual la bsalvación llegue a los hijos de los hombres, sino en el nombre de cCristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ese nombre.

18 Pues he aquí, él juzga, y su juicio es justo; y el niño que muere en su infancia no perece; mas los hombres beben condenación para sus propias almas, a menos que se humillen y se avuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre bexpiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ella.

19 Porque el hombre anatural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la bcaída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se csometa al influjo del Santo dEspíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga esanto por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un fniño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer sobre él, tal como un niño se somete a su padre.

20 Y además, te digo que vendrá el día en que el aconocimiento de un Salvador se esparcirá por btoda nación, tribu, lengua y pueblo.

21 Y he aquí, cuando llegue ese día, nadie, salvo los niños pequeños, será hallado asin culpa ante Dios, sino por el arrepentimiento y la fe en el nombre del Señor Dios Omnipotente.

22 Y aun ahora, cuando hayas enseñado a los de tu pueblo las cosas que el Señor tu Dios te ha mandado, ya no son hallados entonces sin culpa a la vista de Dios, sino de acuerdo con las palabras que te he hablado.

23 Y ahora he declarado las palabras que el Señor Dios me ha mandado.

24 Y así dice el Señor: Estarán como reluciente testimonio contra los de este pueblo en el día del juicio, y por ellas serán juzgados, todo hombre según sus obras, ya sea que fueren buenas o que fueren malas.

25 Y si fueren malas, serán consignados al horrendo aespectáculo de su propia culpa y abominaciones, que los hará retroceder de la presencia del Señor a un estado de bmiseria y tormento sin fin, de donde no podrán ya volver; por tanto, han bebido condenación para sus propias almas.

26 Por consiguiente, han bebido de la copa de la ira de Dios, la cual tan imposible le sería a la justicia negársela, como haberle negado a aAdán que cayera por participar del bfruto prohibido; por tanto, la cmisericordia ya no podría reclamarlos para siempre jamás.

27 Y su atormento es como un blago de fuego y azufre, cuyas llamas son inextinguibles, y cuyo humo asciende para siempre jamás. Así me ha mandado el Señor. Amén.


CAPÍTULO 4

El rey Benjamín continúa su discurso—La salvación llega por causa de la Expiación—Creed en Dios para que seáis salvos—Retened la remisión de vuestros pecados mediante la fidelidad—Impartid de vuestros bienes a los pobres—Haced todas las cosas con prudencia y en orden. Aproximadamente 124 a.C.

1 Y ahora bien, aconteció que cuando el rey Benjamín hubo concluido de hablar las palabras que le habían sido comunicadas por el ángel del Señor, miró a su alrededor hacia la multitud, y he aquí, habían caído a tierra, porque el atemor del Señor había venido sobre ellos.

2 Y se habían visto a sí mismos en su propio estado acarnal, aún bmenos que el polvo de la tierra. Y todos a una voz clamaron, diciendo: ¡Oh, ten misericordia, y aplica la sangre cexpiatoria de Cristo para que recibamos el perdón de nuestros pecados, y sean purificados nuestros corazones; porque creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios, que dcreó el cielo y la tierra y todas las cosas; el cual bajará entre los hijos de los hombres!

3 Y aconteció que después de que hubieron hablado estas palabras, el Espíritu del Señor descendió sobre ellos, y fueron llenos de gozo, habiendo recibido la aremisión de sus pecados, y teniendo paz de bconciencia a causa de la gran cfe que tenían en Jesucristo que había de venir, según las palabras que el rey Benjamín les había hablado.

4 Y el rey Benjamín abrió otra vez su boca y empezó a hablarles, diciendo: Mis amigos y hermanos, parentela y pueblo mío, quisiera otra vez llamaros la atención, para que podáis oír y entender el resto de las palabras que os hable.

5 Porque he aquí, si el conocimiento de la bondad de aDios en esta ocasión ha despertado en vosotros el sentido de vuestra nulidad y vuestro estado indigno y caído

6 —os digo que si habéis llegado al aconocimiento de la bondad de Dios, y de su incomparable poder, y su sabiduría, su paciencia y su longanimidad para con los hijos de los hombres; y también la bexpiación que ha sido preparada desde la cfundación del mundo, a fin de que por ese medio llegara la salvación a aquel que pusiera su dconfianza en el Señor y fuera diligente en guardar sus mandamientos, y perseverara en la fe hasta el fin de su vida, quiero decir la vida del cuerpo mortal—,

7 digo que éste es el hombre que recibe la salvación, por medio de la expiación que fue preparada desde la fundación del mundo para todo el género humano que ha existido desde la acaída de Adán, o que existe, o que existirá jamás hasta el fin del mundo.

8 Y éste es el medio por el cual viene la salvación. Y ano hay otra salvación aparte de ésta de que se ha hablado; ni hay tampoco otras condiciones según las cuales el hombre pueda ser salvo, sino por las que os he dicho.

9 Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que él tiene toda asabiduría y todo poder, tanto en el cielo como en la tierra; creed que el hombre no bcomprende todas las cosas que el Señor puede comprender.

10 Y además, creed que debéis aarrepentiros de vuestros pecados, y abandonarlos, y humillaros ante Dios, y pedid con sinceridad de corazón que él os bperdone; y ahora bien, si ccreéis todas estas cosas, mirad que las dhagáis.

11 Y otra vez os digo, según dije antes, que así como habéis llegado al conocimiento de la gloria de Dios, o si habéis sabido de su bondad, y aprobado su amor, y habéis recibido la bremisión de vuestros pecados, lo que ocasiona tan inmenso gozo en vuestras almas, así quisiera que recordaseis y retuvieseis siempre en vuestra memoria la grandeza de Dios, y vuestra propia cnulidad, y su dbondad y longanimidad para con vosotros, indignas criaturas, y os humillaseis aun en las profundidades de la ehumildad, finvocando el nombre del Señor diariamente, y permaneciendo firmes en la fe de lo que está por venir, que fue anunciado por boca del ángel.

12 Y he aquí, os digo que si hacéis esto, siempre os regocijaréis, y seréis llenos del aamor de Dios y siempre bretendréis la remisión de vuestros pecados; y aumentaréis en el conocimiento de la gloria de aquel que os creó, o sea, en el conocimiento de lo que es justo y verdadero.

13 Y no tendréis deseos de injuriaros el uno al otro, sino de vivir apacíficamente, y de dar a cada uno según lo que le corresponda.

14 Ni permitiréis que vuestros ahijos anden hambrientos ni desnudos, ni consentiréis que quebranten las leyes de Dios, ni que bcontiendan y riñan unos con otros y sirvan al diablo, que es el maestro del pecado, o sea, el espíritu malo de quien nuestros padres han hablado, ya que él es el enemigo de toda rectitud.

15 Mas les aenseñaréis a bandar por las vías de la verdad y la seriedad; les enseñaréis a camarse mutuamente y a servirse el uno al otro.

16 Y además, vosotros mismos asocorreréis a los que necesiten vuestro socorro; impartiréis de vuestros bienes al necesitado; y no permitiréis que el bmendigo os haga su petición en vano, y sea echado fuera para perecer.

17 Tal vez adirás: El hombre ha traído sobre sí su miseria; por tanto, detendré mi mano y no le daré de mi alimento, ni le impartiré de mis bienes para evitar que padezca, porque sus castigos son justos.

18 Mas, ¡oh hombre!, yo te digo que quien esto hiciere tiene gran necesidad de arrepentirse; y a menos que se arrepienta de lo que ha hecho, perece para siempre, y no tiene parte en el reino de Dios.

19 Pues he aquí, ¿no somos todos mendigos? ¿No dependemos todos del mismo Ser, sí, de Dios, por todos los bienes que tenemos; por alimento y vestido; y por oro y plata y por las riquezas de toda especie que poseemos?

20 Y he aquí, ahora mismo habéis estado invocando su nombre, suplicando la remisión de vuestros pecados. ¿Y ha permitido él que hayáis pedido en vano? No; él ha derramado su Espíritu sobre vosotros, y ha hecho que vuestros corazones se llenaran de aalegría, y ha hecho callar vuestras bocas de modo que no pudisteis expresaros, tan extremadamente grande fue vuestro gozo.

21 Y ahora bien, si Dios, que os ha creado, de quien dependéis por vuestras vidas y por todo lo que tenéis y sois, os concede cuanta cosa justa le pedís con fe, creyendo que recibiréis, ¡oh cómo debéis entonces aimpartiros el uno al otro de vuestros bienes!

22 Y si ajuzgáis al hombre que os pide de vuestros bienes para no perecer, y lo condenáis, cuánto más justa será vuestra condenación por haberle bnegado vuestros bienes, los cuales no os pertenecen a vosotros sino a Dios, a quien también vuestra vida pertenece; y con todo, ninguna petición hacéis, ni os arrepentís de lo que habéis hecho.

23 Os digo: ¡Ay de tal hombre, porque sus bienes perecerán con él! Y digo estas cosas a los que son aricos en lo que toca a las cosas de este mundo.

24 Y además, digo a los pobres, vosotros que no tenéis, y sin embargo, tenéis suficiente para pasar de un día al otro; me refiero a todos vosotros que rehusáis al mendigo porque no tenéis; quisiera que en vuestros corazones dijeseis: No doy porque no tengo, mas si tuviera, adaría.

25 Ahora bien, si decís esto en vuestros corazones, quedáis sin culpa; de otro modo, sois acondenados; y vuestra condenación es justa, pues codiciáis lo que no habéis recibido.

26 Y ahora bien, por causa de estas cosas que os he hablado —es decir, a fin de retener la remisión de vuestros pecados de día en día, para que aandéis sin culpa ante Dios—, quisiera que de vuestros bienes bdieseis al cpobre, cada cual según lo que tuviere, tal como dalimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente, según sus necesidades.

27 Y mirad que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aaprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea diligente, para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden.

28 Y quisiera que recordaseis que el que de entre vosotros pida prestado a su vecino, debe devolver aquello que pide prestado, de acuerdo con lo que prometa; pues de lo contrario, cometeréis pecado y tal vez hagáis que vuestro vecino peque también.

29 Y por último, no puedo deciros todas las cosas mediante las cuales podéis cometer pecado; porque hay varios modos y medios, tantos que no puedo enumerarlos.

30 Pero esto puedo deciros, que si no os acuidáis a vosotros mismos, y vuestros bpensamientos, y vuestras cpalabras y vuestras obras, y si no observáis los mandamientos de Dios ni perseveráis en la fe de lo que habéis oído concerniente a la venida de nuestro Señor, aun hasta el fin de vuestras vidas, debéis perecer. Y ahora bien, ¡oh hombre!, recuerda, y no perezcas.


CAPÍTULO 5

Los santos llegan a ser hijos e hijas de Cristo por medio de la fe—Entonces son llamados por el nombre de Cristo—El rey Benjamín los exhorta a ser firmes e inmutables en buenas obras. Aproximadamente 124 a.C.

1 Y ahora bien, aconteció que cuando el rey Benjamín hubo hablado así a su pueblo, mandó indagar entre ellos, deseando saber si creían las palabras que les había hablado.

2 Y todos clamaron a una voz, diciendo: Sí, creemos todas las palabras que nos has hablado; y además, sabemos de su certeza y verdad por el Espíritu del Señor Omnipotente, el cual ha efectuado un potente acambio en nosotros, o sea, en nuestros corazones, por lo que ya no tenemos más disposición a obrar bmal, sino a hacer lo bueno continuamente.

3 Y también nosotros mismos, por medio de la infinita bondad de Dios y las manifestaciones de su Espíritu, tenemos grandes visiones de aquello que está por venir; y si fuere necesario, podríamos profetizar de todas las cosas.

4 Y es la fe que hemos tenido en las cosas que nuestro rey nos ha hablado lo que nos ha llevado a este gran conocimiento, por lo que nos regocijamos con un gozo tan sumamente grande.

5 Y estamos dispuestos a concertar un aconvenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días, para que no traigamos sobre nosotros un tormento bsin fin, como lo ha declarado el cángel, para que no bebamos del cáliz de la ira de Dios.

6 Ahora bien, estas palabras eran las que de ellos deseaba el rey Benjamín; y por lo tanto, les dijo: Habéis declarado las palabras que yo deseaba; y el convenio que habéis hecho es un convenio justo.

7 Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados aprogenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha bengendrado espiritualmente; pues decís que vuestros ccorazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis dnacido de él y habéis llegado a ser sus ehijos y sus hijas.

8 Y bajo este atítulo sois blibrados, y cno hay otro título por medio del cual podáis ser librados. No hay otro dnombre dado por el cual venga la salvación; por tanto, quisiera que etomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio con Dios de ser obedientes hasta el fin de vuestras vidas.

9 Y sucederá que quien hiciere esto, se hallará a la diestra de Dios, porque sabrá el nombre por el cual es llamado; pues será llamado por el nombre de Cristo.

10 Y acontecerá que quien no tome sobre sí el nombre de Cristo, tendrá que ser llamado por algún aotro nombre; por tanto, se hallará a la bizquierda de Dios.

11 Y quisiera que también recordaseis que éste es el anombre que dije que os daría, el cual nunca sería borrado, sino por transgresión; por tanto, tened cuidado de no transgredir, para que el nombre no sea borrado de vuestros corazones.

12 Yo os digo: Quisiera que os acordaseis de aconservar siempre escrito este nombre en vuestros corazones para que no os halléis a la izquierda de Dios, sino que oigáis y conozcáis la voz por la cual seréis llamados, y también el nombre por el cual él os llamará.

13 Porque ¿cómo aconoce un hombre al amo a quien no ha servido, que es un extraño para él, y se halla lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón?

14 Y además, ¿toma un hombre un asno que pertenece a su vecino, y lo guarda? Yo os digo que no; ni siquiera permitirá que pazca entre sus rebaños, sino que lo ahuyentará y lo echará fuera. Os digo que así será entre vosotros si no sabéis el nombre por el cual se os llame.

15 Por tanto, quisiera que fueseis firmes e inmutables, abundando siempre en buenas obras para que Cristo, el Señor Dios Omnipotente, pueda asellaros como suyos, a fin de que seáis llevados al cielo, y tengáis salvación sin fin, y vida eterna mediante la sabiduría, y poder, y justicia, y misericordia de aquel que bcreó todas las cosas en el cielo y en la tierra, el cual es Dios sobre todo. Amén.


CAPÍTULO 6

El rey Benjamín registra los nombres de los del pueblo y nombra sacerdotes para que les enseñen—Mosíah reina como rey justo. Aproximadamente 124—121 a.C.

1 Y ahora bien, el rey Benjamín consideró prudente, después de haber acabado de hablar al pueblo, atomar los nombres de todos los que habían hecho convenio con Dios de guardar sus mandamientos.

2 Y sucedió que no hubo ni un alma, salvo los niños pequeños, que no hubiese hecho convenio y tomado sobre sí el nombre de Cristo.

3 Y además, aconteció que cuando el rey Benjamín hubo dado fin a todas estas cosas, y hubo consagrado a su hijo aMosíah para que fuera el gobernante y rey de su pueblo, y le hubo dado todo cargo concerniente al reino, y también hubo bnombrado sacerdotes para censeñar al pueblo, a fin de que así pudiesen oír y saber los mandamientos de Dios, y despertar en ellos el recuerdo del djuramento que habían hecho, despidió a la multitud; y se volvieron, cada cual, según sus familias, a sus propias casas.

4 Y aMosíah empezó a reinar en lugar de su padre. Y comenzó a reinar en el trigésimo año de su vida; y en total habían transcurrido unos cuatrocientos setenta y seis años desde el btiempo en que Lehi salió de Jerusalén.

5 Y el rey Benjamín vivió tres años más, y murió.

6 Y sucedió que el rey Mosíah anduvo en las sendas del Señor, y observó sus juicios y sus estatutos, y guardó sus mandamientos en todas las cosas que el Señor le mandó.

7 Y el rey Mosíah hizo que su pueblo labrara la tierra. Y también él mismo labraba la tierra para que así ano fuese oneroso a su pueblo, a fin de obrar de acuerdo con lo que su padre había hecho en todas las cosas. Y no hubo contención entre todo su pueblo por el espacio de tres años.


CAPÍTULO 7

Ammón descubre la tierra de Lehi-Nefi, donde reina Limhi—El pueblo de Limhi se halla bajo el yugo de los lamanitas—Limhi relata la historia de ellos—Un profeta (Abinadí) había testificado que Cristo es el Dios y el Padre de todas las cosas—Aquellos que siembren inmundicia segarán el torbellino, y aquellos que depositen su confianza en el Señor serán librados. Aproximadamente 121 a.C.

1 Y ahora bien, aconteció que después que hubo tenido paz continua por el término de tres años, el rey Mosíah tuvo deseos de saber de la gente que afue a morar a la tierra de Lehi-Nefi, o sea, a la ciudad de Lehi-Nefi; porque su pueblo nada había sabido de ellos desde la ocasión en que salieron de la tierra de bZarahemla; de modo que lo importunaban con su insistencia.

2 Y sucedió que el rey Mosíah concedió que dieciséis de los hombres fuertes del pueblo subiesen a la tierra de Lehi-Nefi para indagar concerniente a sus hermanos.

3 Y ocurrió que al día siguiente emprendieron el viaje, e iba con ellos uno llamado Ammón, un hombre fuerte y poderoso, y descendiente de Zarahemla; y también era su caudillo.

4 Y no sabían el rumbo que debían seguir en el desierto para subir a la tierra de Lehi-Nefi; por tanto, anduvieron errantes muchos días por el desierto, sí, hasta cuarenta días anduvieron errantes.

5 Y después que hubieron andado errantes cuarenta días, llegaron a un collado al norte de la tierra de aShilom, y allí plantaron sus tiendas.

6 Y Ammón tomó a tres de sus hermanos, y se llamaban Amalekí, Helem y Hem, y descendieron a la tierra de aNefi.

7 Y he aquí que dieron con el rey del pueblo que vivía en la tierra de Nefi y en la tierra de Shilom; y los rodeó la guardia del rey, y fueron apresados y atados y encarcelados.

8 Y ocurrió que después de haber estado en la cárcel dos días, los llevaron otra vez delante del rey, y les soltaron las ligaduras; y estaban ante el rey, y se les permitió, o más bien, se les mandó que respondieran a las preguntas que él les hiciera.

9 Y les dijo: He aquí, yo soy aLimhi, hijo de Noé, que fue hijo de Zeniff, quien salió de la tierra de Zarahemla para heredar esta tierra que era la tierra de sus padres, y el cual fue hecho rey por la voz del pueblo.

10 Y ahora deseo saber la razón por la cual os habéis atrevido a aproximaros a los muros de la ciudad, cuando yo mismo me hallaba fuera de la puerta con mis guardias.

11 Y por este motivo he permitido que fueseis preservados, para que yo pudiera interrogaros, pues de otro modo, habría hecho que mis guardias os ejecutaran. Os es permitido hablar.

12 Y ahora bien, cuando Ammón vio que le era permitido hablar, fue y se inclinó ante el rey; y, levantándose otra vez, dijo: ¡Oh rey!, estoy muy agradecido ante Dios hoy día por estar vivo aún, y porque se me permite hablar; y trataré de hablar osadamente;

13 porque estoy seguro de que si me hubieses conocido, no habrías permitido que me pusieran estas ligaduras. Pues soy Ammón, descendiente de Zarahemla, y he subido desde la tierra de aZarahemla para indagar tocante a nuestros hermanos que Zeniff trajo de aquella tierra.

14 Y ocurrió que luego que hubo oído las palabras de Ammón, Limhi se alegró en extremo, y dijo: Ahora sé de seguro que mis hermanos que se hallaban en la tierra de Zarahemla viven aún. Y ahora me regocijaré, y mañana haré que mi pueblo se regocije también.

15 Porque he aquí, nos hallamos bajo el yugo de los lamanitas, y se nos ha aimpuesto un tributo gravoso de soportar. Y he aquí, nuestros hermanos ahora nos librarán de nuestro cautiverio, o sea, de las manos de los lamanitas, y seremos sus esclavos; porque es mejor ser esclavos de los nefitas que pagar tributo al rey de los lamanitas.

16 Y ahora bien, el rey Limhi mandó a sus guardias que no volvieran a atar a Ammón ni a sus hermanos, sino hizo que fueran al collado que se hallaba al norte de Shilom, y trajeran a sus hermanos a la ciudad para que comieran, bebieran y descansaran de los trabajos de su viaje; porque habían padecido muchas cosas; habían padecido hambre, sed y fatiga.

17 Y ahora bien, aconteció que al día siguiente, el rey Limhi envió una proclamación a todos los de su pueblo, a fin de que se congregasen en el atemplo para oír las palabras que él les iba a hablar.

18 Y acaeció que cuando se hubieron congregado, les habló de este modo, diciendo: ¡Oh pueblo mío, levantad vuestras cabezas y consolaos!, porque he aquí, el tiempo está próximo, o no está muy lejano, cuando ya no estaremos sujetos a nuestros enemigos a pesar de que nuestras muchas luchas han sido en vano; sin embargo, creo que todavía queda por hacer una lucha eficaz.

19 Por tanto, levantad vuestras cabezas y regocijaos, y poned vuestra confianza en aDios, en ese Dios que fue el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; y además, ese Dios que bsacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, e hizo que cruzaran a pie el Mar Rojo sobre tierra seca, y los alimentó con cmaná para que no pereciesen en el desierto; y muchas otras cosas hizo él por ellos.

20 Y además, ese mismo Dios ha atraído a nuestros padres de la tierra de Jerusalén, y ha sostenido y preservado a su pueblo, aun hasta ahora; y he aquí, es por causa de nuestras iniquidades y abominaciones que él nos ha traído al cautiverio.

21 Y todos vosotros sois hoy testigos de que Zeniff, que fue hecho rey de este pueblo, con un aexceso de celo por heredar la tierra de sus padres, fue engañado por la astucia y estratagema del rey Lamán, quien hizo un tratado con el rey Zeniff, y entregó en sus manos la posesión de parte de la tierra, o sea, la ciudad de Lehi-Nefi, la ciudad de Shilom y la tierra circunvecina;

22 e hizo todo esto con el único objeto de asubyugar o esclavizar a este pueblo. Y he aquí, nosotros actualmente pagamos tributo al rey de los lamanitas, que equivale a la mitad de nuestro maíz, y de nuestra cebada, y aun de todos nuestros granos, sean de la clase que fueren; y la mitad del aumento de nuestros rebaños y nuestros hatos; y el rey de los lamanitas nos exige la mitad de cuanto tenemos o poseemos, o nuestras vidas.

23 Y bien, ¿no es esto gravoso de soportar? ¿Y no es grande esta aflicción nuestra? He aquí, cuán gran razón tenemos nosotros para lamentarnos.

24 Sí, os digo que grandes son las razones que tenemos para lamentarnos; porque he aquí, cuántos de nuestros hermanos han sido muertos, y su sangre ha sido derramada en vano, y todo por causa de la iniquidad.

25 Porque si este pueblo no hubiese caído en la transgresión, el Señor no habría permitido que este gran mal les hubiera sobrevenido. Mas he aquí, no quisieron oír sus palabras, sino que surgieron contenciones entre ellos, al grado de verter sangre entre ellos mismos.

26 Y han matado a un aprofeta del Señor; sí, un hombre escogido de Dios que les habló de sus iniquidades y abominaciones, y profetizó de muchas cosas que han de acontecer, sí, aun la venida de Cristo.

27 Y porque les declaró que Cristo era el aDios, el Padre de todas las cosas, y que tomaría sobre sí la imagen de hombre, y sería la bimagen conforme a la cual el hombre fue creado en el principio; en otras palabras, dijo que el hombre fue creado a imagen de cDios, y que Dios bajaría entre los hijos de los hombres, y tomaría sobre sí carne y sangre, e iría sobre la faz de la tierra.

28 Y ahora bien, porque dijo esto, le quitaron la vida; e hicieron muchas cosas más que trajeron sobre ellos la ira de Dios. Por tanto, ¿quién se puede asombrar de que se hallen en el cautiverio, y sean heridos con tan grandes aflicciones?

29 Porque he aquí, el Señor ha dicho: No asocorreré a los de mi pueblo en el día de su transgresión, sino que obstruiré sus caminos para que no prosperen; y sus hechos serán como piedra de tropiezo delante de ellos.

30 Y también dice: Si mi pueblo siembra ainmundicia, bsegará el tamo de ella en el torbellino; y su efecto es veneno.

31 Y dice además: Si mi pueblo siembra inmundicia segará el viento aoriental, el cual trae destrucción inmediata.

32 Y ahora bien, he aquí, la promesa del Señor se ha cumplido, y vosotros sois heridos y afligidos.

33 Mas si os atornáis al Señor con íntegro propósito de corazón, y ponéis vuestra confianza en él, y le servís con toda la diligencia del alma, si hacéis esto, él, de acuerdo con su propia voluntad y deseo, os librará del cautiverio.